A LA TERCERA VA A VENCIDA: ASLAN VERSIÓN SENIOR
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Aslan cumple 3 años. Llegó un 4 de enero de 2020, el mismo día del cumpleaños de Andrés. Tenía 4 meses cuando lo recibí.
Esa mañana había despertado y recordaba haber soñado con un perro blanco. Uno de raza grande y que me hizo recordar otro sueño de mi juventud, que fue también tan vívido que quedó grabado en mi memoria.
Ese sueño ocurrió días antes de ingresar a la universidad. Soñé entonces un león blanco sentado, con la pata derecha levantada, apoyada en una espada. La imagen quedó grabada en mi mente.
Volviendo a esa mañana de la llegada de Aslan. Apenas habían pasado unos minutos y estaba aún pensando en mi sueño cuando recibí una llamada. Era un amigo de la infancia que sabía de mi cariño por los perros y que hacía poco había perdido a Atila, un labrador negro que tiene toda una historia que debo contar en otro momento.
Jorge me llamaba para ofrecerme un cachorro que necesitaba un hogar. Apenas me lo dijo acepté sin pensarlo porque inmediatamente lo asocié con mi sueño. Era un cachorro ya crecido que me acompañó inseguro y que vino recostado todo el tiempo en el auto. Lo traje a casa sin anunciarlo, pero felizmente todos lo recibieron con cariño. Y llegó para quedarse.
Aslan llegó con la pandemia. En esos días ya el coronavirus estaba en las noticias y sabía que habría cuarentenas. Pero no imaginaba el escenario que llegó. Prácticamente de vivir en una ciudad bulliciosa, escandalizada a cada momento con bocinas de autos, congestión vehicular, llegamos a un escenario con las calles completamente vacías. Cuando inició la cuarentena estricta, podían pasar varios minutos sin que pasara ni un solo auto por la Av. Javier Prado. Era un escenario similar al de las películas sobre virus.
Para mi suerte, Aslan llegó con la pandemia. Lo digo así, porque todas mis actividades de trabajo fueron restringidas y prácticamente he quedado desde entonces dedicado a trabajo de escritorio. No me quejo de leer y escribir, pero cuando salieron las noticias de las restricciones estrictas de circulación, me sentí abrumado ante esa situación de estar no sólo limitado de visitar áreas rurales y silvestres, sino incluso de no poder circular por la ciudad.
Pero como dije antes, para mi suerte, Aslan llegó con la pandemia. Entre las excepciones para transitar estaba el paseo de los perros para atender sus necesidades. Podías salir unos minutos, pero yo no respeté las indicaciones y aproveché las oportunidades para disfrutar de los parques y jardines, entre Aslan y yo. Caminábamos de un parque a otro, sin restricción, con mi mascarilla y sin encontrar a nadie. La gente temía al coronavirus. Felizmente Aslan no.
Aslan me permitió no solo, la libertad de caminar y mantenerme en ejercicio físico, sino en un regalo especial, me enseñó un mundo que no había apreciado hasta entonces.
Aslan era muy curioso y debido a la pandemia, los parques se llenaron de vegetación, insectos y aves. Era maravilloso caminar y estar rodeado de aves que perdieron por completo el temor. En esos días era muy fácil tomarles foto y empecé a hacerlo para subirlas con una aplicación llamada iNaturalist.
Entonces descubrí la maravilla que había encontrado. Extrañaba los paraísos de nuestra Amazonía o de nuestros andes o de nuestros desiertos costeros, pero entonces descubrí que también tenemos un paraíso en nuestras ciudades. Descubrí una gran variedad de plantas, animales, hongos y otros organismos silvestres que es posible ver en la ciudad y que prosperan si se les permite. Aprendí mucho de la ecología de nuestros parques y jardines, y en una experiencia práctica, de la posibilidad de restauración que tiene el ecosistema urbano.
Aslan lleva conmigo 982 días. Cada día hemos salido a caminar, al inicio cuando era cachorro, era más curioso y cuando examinaba las plantas, me ayudaba a ver los bichos. Luego al año empezamos a caminar más distancias y recorríamos 6 a 8 parques diarios. Me guiaba incluso a sitios de los parques donde había animales o restos de animales. Encontró varios restos y plumas de aves que, por mis observaciones, fueron presas de gavilanes. Aprendió a encontrar lo que sabía que me gustaba ver.
Hoy cumple 3 años y Aslan ha cambiado mucho. Ha madurado mucho y entiende cuando le hablo. Camina más calmado y observa. Ya no reacciona a otros perros, no persigue gatos, aunque si les presta atención.
Hace unos días pensaba qué hacer en su cumpleaños y entonces pensé en compartir lo que me enseñó y que hemos construido juntos. Un mundo de registros de naturaleza de nuestras caminatas. Este es el enlace al proyecto https://www.inaturalist.org/projects/aslan-y-yo
Andrés le puso el nombre de Aslan. Creo que coincidió con mi sueño.
¡Felíz cumpleaños Aslan!
